La Radicalidad fuera del binomio

Identidades y estructuras se construyen mutuamente, y con ellas los discursos y el contraargumentario. Todo nace de lo mismo. Afianzan un juego de encaje en el que ni 1 ni 0 pueden existir sin el otro. Porque no hay «nada» si no hay un «todo», aunque estos sean meramente icónicos. Tampoco hay hombres sin mujeres. O homos sin heteros. O bien sin un mal.

El mundo de los binarios no es olvidadizo. Olvida a conciencia para mantener esta estabilidad y coherencia que da sentido, no solo al binario, sino al conjunto del sistema. Si algo es lógico, parece aceptable. Si nos perjudica, hay que hacerle frente. Pero si algo se escapa de la lógica de nuestro discurso, hay que acabar con ello, pues no hemos aprendido a contraargumentar fuera de esta coherencia. Nuestro discurso es válido porque es coherente con el sistema y la estructura, no porque sea revisable. Por eso es reconocido.

Hablo del borrado constante, de la negación y la ridiculización. Del miedo a «estar» más allá de lo establecido. De ser novedad, leyenda, fluidez o efímero. De ser aquello que contradiga al binomio y que pone en peligro su estabilidad.

La radicalidad no puede estar en un polo. Las polaridades se dan sentido mutuamente a través de la relación por la que han sido construidas. Radicalidad es cuestionar el dolor punzante que sentimos cuando se nos «recuerda». Y el recuerdo es percatarse del borrado, de aquello que obviamos necesáriamente en nuestro posicionamento, discurso y lógica.

Los no-sujetos, somos chaosecuencias políticas, y somos radicales. Nos llamarán invenciones, asociales, vestigios, seres que vagamos en el aislamiento por no querer formar parte de unas estructuras que nos limitan. Su estrategia será arrastrarnos a un tablero de blancas y negras para tomar partido. Su violencia, un simbolismo excluyente lleno de espacios vacios que resaltan el contraste, paradigma de su existencia.

Y nos reafirmaremos en ese espacio. El fondo negro entre las estrellas de la era en que quemamos el firmamento, dejando solo las más brillantes. La ambigüidad, la indefinición, la confusión, el poder ser sensible a las relaciones, historias y trayectorias; frente al inmovilismo de los cuerpos celestes.

 

 

 

 

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